Se repite la falacia de que todos los políticos son iguales. Alimenta esa reiteración la extrema derecha, consciente de que su inoculación en la calle les dará unos cuantos votos. Disfruta (y suele ganar) el fascismo retozando en el lodo dialéctico al que nunca debiera descender la política.
Acaso estimulada de un tiempo (cercano) a esta parte, la percepción de que hay una acusada semejanza entre la clase política no es una tendencia novedosa. Lleva años introduciéndose en una ciudadanía cada vez más desapegada de esta crucial actividad.
A ello han coadyuvado con sus actuaciones los que se saben beneficiados, pero también los demás, inoperantes para convencer de lo contrario. No ayuda, por ejemplo, que ayer Pedro Sánchez considerara a Pablo Iglesias una pesadilla y hoy un leal correligionario. O que el código ético de Podemos se cambie a la medida del líder. Tampoco es de recibo que el Gobierno se erija como órgano encargado de dilucidar qué es y qué no es verdad en la necesaria lucha contra las noticias falsas.
Se cometen errores, claro, y son fervorosamente explotados por partidos y medios de comunicación ávidos de retorcerlos. Ello no es óbice, sin embargo, para avivar la hipótesis de la igualdad de comportamiento. No la hay. Ni cuantitativa ni cualitativamente.
Todos los políticos son unos vagos
Entre las habituales invectivas de quienes asumen tan extendida teoría sobresale la de que los políticos son unos vagos cuyo único objetivo es recibir cada mes un inmerecido estipendio. Por mi oficio he tenido contacto con bastantes y afirmo que, salvo contadísimas excepciones, son aplicados trabajadores y trabajadoras (sean del color que sean) convencidos de la mayúscula función social de su tarea.
Y si apuntamos el foco a los ayuntamientos de pequeños municipios, encontramos un sinfín de concejales y concejalas, que, de manera completamente altruista, desempeñan una labor tan determinante como poco reconocida. Quizás en esto sí sean bastante parecidos todos los políticos. Por su dedicación. No por lo contrario. Una agradable excepción.
Repiten también los convencidos de la inanidad de la política eso de que no hay ideologías. “Da igual que gobiernen unos u otros”, cuñadean con su verdad única. No es así. No es lo mismo dedicar el dinero a rescatar a los bancos que a implementar un Ingreso Mínimo Vital. En nada se parecen los que desarrollan reformas laborales que facilitan el despido, con quien toma medidas para evitarlos. Poco tienen que ver aquellos que miden su patriotismo en metros de bandera, con los que ansían una España sin desahucios.

Esa maldita equidistancia
De la presunción de que todos los que se dedican a la política son iguales nace una peligrosísima equidistancia. Una muestra es la de las personas que universalizan la crítica ante ciertos espectáculos en el Congreso. “Es una vergüenza, sólo se dedican a crispar. Todos hacen lo mismo”.
Tampoco es cierto. Aunque nadie está exento de desprestigiar en alguna ocasión tan ceremonioso escenario, hay algunos que lo hacen por sistema. Mienten y difaman (que algo queda). Insultan e imprecan. Son soeces. Groseros. Y no hay rojigualda que tape sus miserias y carencias políticas y sociales. Ni chiringuitos mayores que los que para ellos construyeron.
Equidistancia también al proclamar “el ridículo espantoso que están haciendo el Gobierno de Madrid y el Ejecutivo central”. Craso error lo de repartir las culpas con equidad.
Sin, ni mucho menos, haber realizado una magnífica gestión, no son Pedro Sánchez o Salvador Illa los que han hecho electoralismo con una tragedia. Fue Isabel Díaz Ayuso la que, desde la habitación de su hotel, se dedicó a atacar el mando único por tierra mar y aire. Fue también la presidenta madrileña (y otros cuantos mandatarios autonómicos) la que acusó a Sánchez de inacción y falta de liderazgo cuando les cedió el anhelado control.
Fueron ella y sus subordinados (los que aún no han dimitido) quienes acordaron una cosa por la noche para denunciarla a la mañana siguiente. Es IDA la eterna antagonista del Gobierno de España. También de muchas administraciones autonómicas lideradas por los mismos partidos que la Comunidad de Madrid, y que se están comportando con gran responsabilidad. Y honra al Ejecutivo central que, después de tamaño disparate, sea capaz de reconocer los aciertos del madrileño y el descenso en las cifras de infectados.
Todos los políticos roban
Pero si hay una patraña asaz afirmada es la de que todos los políticos son unos ladrones. Que todos nos roban por igual. No, no y no. Los hay que roban mucho, otros un poco menos y, sobre todo, están los que no roban absolutamente nada.
Si hay un partido asociado a la corrupción en este país ese es el PP. Es algo endémico. Inherente a una manera de estar en política que a muchos les hacía creer impunes. La propagación del mensaje de que la corrupción es un problema generalizado es una liviana defensa cada vez que les sacude un nuevo caso.
Con inusitada intensidad –amplificada por sus periodistas afines– dan pábulo los populares a cada litigio cuando es alguien de Podemos el que está en la casilla del acusado. Su esfuerzo en la difusión es directamente proporcional al silencio cuando la querella termina donde, hasta el momento, han quedado todas las denuncias a Podemos: archivada.
Esto no significa que no haya casos en otros partidos. Miremos al PSOE. Muchos y muy cuantiosos. Y qué decir de Pujol y familia. Probablemente unos y otros tengan la misma raíz: esa pretendida impunidad.
La asunción de la existencia de una corrupción muy ligada a un modo de hacer política, no obsta para negar la evidencia de que unos son más corruptos que otros y, principalmente, de que hay muchos (y están en todos los partidos) que nunca han metido la mano donde no deben.
Llama la atención, por cierto, que los que sugieren que hay mucho ladrón en la política, no dudan en salir expeditos a defender a Juan Carlos I cada vez que la sombra de sus tejemanejes (eufemísticamente hablando) se cierne sobre la Corona. Porque no, ni somos todos iguales ni la Justicia es igual para todos. Pero de eso ya hablaremos otro día.
8/11/20 at 14:19
Hola Oscar,
Como siempre, muy bueno ti artÃculo.
Saludos
José A.
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18/11/20 at 11:01
Uy bueno tu articuli, ya es hora de que alguien vaya desgranando todas estas generalidades que utiliza la derecha. Me gusta mucho. Has cambiado un poco tu prosa ahora está mas adornada. Creo
18/11/20 at 16:56
Cada día escribes mejor, y gramatical e ideológicamente