
«El fútbol femenino está mejorando, está creciendo y crecerá más. Creo que es mucho más sano». Quien pronunció estas palabras fue Vicky Losada en una entrevista con Andreu Buenafuente en Late Motiv.
En esa misma charla, Losada -que hace unas semanas presentó su biografía, Capitana– repasó su carrera. Relato que es paradigmático de lo que significó (y significa) ser una mujer futbolista en España.
Su historia, que es la de muchas, es la de una chica, amante del fútbol y con cualidades para este deporte, que a los 21 años hubo de emigrar a Estados Unidos por la imposibilidad de ser profesional en su país. “Allí fue la primera vez que jugué en un campo de verdad. Me sentí futbolista”, comentó en el mismo programa.
A diferencia de otras compañeras, no se vio obligada a trafagar para seguir teniendo ese feliz sentimiento. Tras la obligada aventura norteamericana, volvió a España y tuvo una carrera plagada de éxitos, que culminó (antes de emigrar de nuevo, en esta ocasión, al Manchester City de la liga inglesa) con la consecución de la primera Champions League para un equipo español de fútbol femenino, el Barcelona.
«Representamos muchos valores del deporte. Hay mucha pureza»
64 veces internacional con la Selección española, y autora del primer gol del combinado nacional en un Mundial, Losada mira atrás y recuerda que ella sólo tuvo referentes masculinos: «Ahora vas a los campos y ves a niñas con nuestros nombres a la espalda. El fútbol femenino es un mundo muy bonito, sobre todo para los niños y las niñas, porque representamos muchos valores del deporte. Hay mucha pureza«.
Tiene razón. Toda. En un momento en el que el fútbol (el que juegan los hombres) es ya más un negocio que un deporte. En el que se mueven cifras vergonzantes y vergonzosas. Con niñatos endiosados desde mucho antes de alcanzar la mayoría de edad, que (salvo honrosas excepciones) son incapaces de construir una frase con sujeto, verbo y predicado, el fútbol de ellas es un oasis en medio del desierto.
Ahora que a los futbolistas se les perdona todo con tal de que metan goles, o que lo pecuniario pasa por encima hasta de los derechos humanos (una Supercopa de España en Arabia Saudí, un Mundial en Catar), el balompié con nombres de mujer es un alivio entre tanta lacerante infamia
Cuando ellas están sobre el césped, sigue siendo sólo deporte. Sucede con el balón en movimiento, por practicar un juego menos físico y más dependiente de la creatividad, la inteligencia o la improvisación.
En 24 jornadas de la Liga Santander (la de los chicos) se han cometido 6.439 faltas (según los datos oficiales de LaLiga), es decir, algo más de 268 por jornada, lo que supone una medida de casi 27 por partido. No busquéis las cifras referentes a la Liga Iberdrola (la de las chicas), parece que ha habido un problema en la web de LaLiga y estos datos han desaparecido. Da igual. Sin ningún temor a equivocarme, afirmó que son muchas menos.
Pero también es otro fútbol cuando termina el partido. El mejor ejemplo se vivió el pasado 23 de enero de 2022: Virginia Torrecilla fue manteada por sus compañeras (las jugadoras del Atlético de Madrid) y por sus rivales (las del Fútbol Club Barcelona), después de jugar sus primeros minutos tras superar un tumor cerebral. Me cuesta imaginarme esta imagen en el fútbol masculino.
Las disimilitudes se extienden también fuera del campo. No es extraño (de hecho, es muy habitual) ver a jugadoras de equipos rivales (como Barcelona, Real Madrid o Atlético de Madrid) irse juntas de vacaciones y dar buena muestra de ello, sin preocupación alguna (cómo debe ser), a través de las redes sociales.
Quizá tenga algo que ver con que (y es otra enorme diferencia) esté absolutamente normalizado el hecho de que una jugadora pase por equipos teóricamente tan dispares y enfrentados como los tres comentados anteriormente.
Un buen ejemplo es el caso de Marta Corredera, actualmente en el Real Madrid, y antes jugadora del Barcelona y del Atlético de Madrid –además de Espanyol, Arsenal y Levante–.
La propia Torrecilla fue culé antes que rojiblanca (en medio emigró durante cuatro temporadas a Francia). Y la segunda mejor jugadora del mundo (por detrás de Alexia Putellas), Jennifer Hermoso, estuvo de 2004 a 2010 en el Atlético de Madrid, entre 2013 y 2017 vistió la zamarra blaugrana, de nuevo jugó en el conjunto madrileño en la temporada 2018-2019, y volvió al Barcelona una temporada después (donde milita actualmente).
Entre las desemejanzas hay que incluir la naturalidad con la que se trata la homosexualidad en los vestuarios femeninos (y fuera de ellos). Mientras que en los masculinos (que haberla hayla, aunque el machote de Cañizares no se haya dado cuenta) sigue siendo un sonrojante tabú.
“El fútbol femenino es una mentira”
Apuntaba también Losada que “el fútbol femenino estaba creciendo, pero que le quedaba muchísimo”. Cierto.
Para empezar, falta que se extirpen, de una vez por todas, los comportamientos, comentarios y actitudes machistas. Abundan bochornosos ejemplos.
Está, por destacar algunos, el protagonizado por el presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales (el mismo que justifica la celebración de la Supercopa en Arabia porque “ayuda mucho al desarrollo de la mujer en el fútbol”), cuando, en el sorteo del calendario de La Liga, y haciendo referencia a las jugadoras de la Selección, dijo: «¿Por qué nos las invitamos a subir? Sé que han venido un poco medio en paños menores, pero bueno, venid aquí».
Igualmente asqueroso fue el episodio en el que Ada Hegerberg, que acababa de ganar el primer Balón de Oro femenino de la historia, tuvo que aguantar a Martin Solveig (DJ que amenizaba la gala) preguntándole: “¿Sabes hacer twerking?”.
Qué decir del caso en el que el ínclito José María García aseguró que «el fútbol femenino es una mentira: ¿qué porcentaje de futbolistas de Primera División llegan desde el córner a la portería? No tienen fuerza», afirmó.
El ‘butano’ ha visto poco fútbol de tías. No estaría de más que se pasara por la capital del Ebro y viera un partido del alevín del Zaragoza Club de Fútbol Femenino, primer equipo de mujeres que ha sido capaz de ganar un campeonato mixto.
Los sueldos de las mujeres en el fútbol
A menudo, al parangonar el fútbol en femenino con el que practican los hombres, se habla de sueldos y sale a relucir una frase: “Es normal que ellos ganen más, porque generan mucho más”.
No seré yo quien replique esta afirmación. Para ello recurro de nuevo a Virginia Torrecilla y su intervención en el podcast de Victoria Martín y Carolina Iglesias, Estirando el chicle (algo similar dijo Losada en Late Motiv).
En él, la jugadora del Atlético de Madrid señaló que ellas no pedían cobrar lo mismo que los hombres, y que entendían eso de que ellos generan más. Lo único que ansían es que se recorten unas diferencias que son humillantes. Y como muestra un botón: “El jugador peor pagado del Barça masculino cobra más que todo el Femenino”.
Oprobioso también es que hasta el 15 de agosto de 2020 (y tras una intensa lucha de todas las jugadoras) no se hiciera realidad el primer Convenio colectivo para las futbolistas que prestan sus servicios en clubes de la primera división femenina de fútbol.
El fútbol de antes
Que quede claro que esta loa al fútbol femenino no significa que odie el de los hombres. Aún veo a tíos corriendo detrás de la pelota. Incluso me divierto haciéndolo. Sigo todos los partidos que puedo del Athletic (masculino y femenino), aunque reconozco que cada vez lo hago menos con otros equipos (yo era de los de verlo todo). En parte, esto se debe a que las obligaciones humanas propias del paso de los años restan tiempo, pero también por todo lo que he explicado anteriormente.
Cada vez me apetece menos ver continuas pérdidas de tiempo, jugadores que parecen muertos cuando ni les han tocado, patadas a destiempo o celebraciones henchidas de testosterona.
El fútbol que yo practicaba (siendo un niño) en aquellos campos de tierra ‘destrozarodillas’ de Salamanca no era así. Quiero pensar que el que se juega ahora en categorías inferiores (aunque en límpidos tapetes verdes que me despiertan una colosal e insana envidia –no puede haberla de otro tipo–) se sigue pareciendo más a aquel de mi infancia que al que ponen por televisión.
Y si no es así, siempre nos quedará el otro fútbol. El de ellas.
27/03/22 at 10:35
Lo leí en Facebook? Me gusto mucho el artículo.