Me apropio de uno de los lemas más repetidos del 15-M para titular este artículo. Y la razón es muy simple: porque es verdad. Muchos políticos en este país se vanaglorian por vivir en democracia. No paran de recordar una transición que califican de modélica cuando fue todo lo contrario. Dos manidas mentiras demasiado repetidas.
Lo que está sucediendo en España en los últimos tiempos puede que no sea una dictadura, vale, lo acepto. Pero, desde luego, tampoco es democracia. Vivir en un país democrático no es dejar que los ciudadanos vayan a las urnas cada cuatro años. Y mucho menos cuando has ganado votos vendiendo un programa electoral del que no has respetado ni una mísera coma. La excusa de la herencia ya no le vale a nadie.
Democracia es mirar a la calle. Escuchar lo que dice el pueblo. Someter a referéndum reformas tan drásticas como la laboral. Ver que profesionales de sectores tan dispares como la educación, la sanidad o la justicia están realmente enfadados, y mirar para otro lado, no tiene nada que ver con la democracia, sino todo lo contrario.
No se ha vivido en España (salvo durante la dictadura franquista de infausto recuerdo) una situación similar a la actual. Con un gobierno que desconoce el significado de la palabra solidaridad, no sabe qué es la humanidad y está castigando muy duramente a los estratos más bajos de la población. Demostrando una preocupante abulia para tratar de resolver los verdaderos problemas de este país. Empleo, desahucios, hambre, eso es lo que quiere escuchar la gente en la calle, y no déficit, prima de riesgo y conceptos similares que, a la gran mayoría, le suena a chino.
Unos políticos (los del PP) que se están riendo de todos nosotros en nuestra mismísima cara. Actitud que está caldeando, cada vez más, los ánimos de unos ciudadanos cuyo enfado está in crescendo. De momento están siendo pacíficos. Se limitan a protestar, escrachar y mostrar a los cuatro vientos su descontento. Comportamiento que, por cierto, tiene mucho mérito después de que algunos dirigentes populares hayan dicho verdaderas barbaridades (que deberían ser juzgadas) como comparar un escrache con el nazismo o el aborto con ETA. Aprovecho para decir que espero que no piensen realmente estas cosas que dicen. De ser así, tienen un serio problema. Otro más.
Volviendo a las calles y a la creciente indignación, creo que la situación no va a ser siempre así. El mosqueo de los ciudadanos está llegando a un límite difícilmente soportable. Las protestas parecen inanes y el gobierno está generando un grado de tensión y cabreo realmente alarmante.
Todo esto terminará por generar violencia y, sinceramente, me parece normal. Hasta el momento son ellos -los gobernantes digo- los que la están utilizando. Porque dejar a familias en la calle con una mano delante y otra detrás, bajar las pensiones, quitar la sanidad a los inmigrantes, destruir la educación pública o subir cada vez más los impuestos es violencia. Y lo es porque provoca muertes. Sí, no me he confundido, lo he dicho conscientemente: muertes. Personas que se suicidan antes de ser desahuciadas, otras que pierden la vida por no tener un mendrugo de pan que llevarse a la boca o por no poder pagar la antes gratuita sanidad (como ocurrió con un chaval africano que falleció en Mallorca, el pasado 21 de abril, por una tuberculosis no tratada) no pueden considerarse pérdidas normales, sino asesinatos.
Cada vez son más los españoles que se ven obligados a vivir sin un techo por, entre otras cosas, una reforma laboral que permite a los empresarios hacer lo que les da la gana con sus empleados y tratarlos como auténtica mercancía.
Hasta ahora, repito, son ellos los que usan la violencia, pero esto puede cambiar. ¿Cómo pueden criticar un acto como el escrache cuando ellos permiten que la gente se muera a la puerta de un hospital? ¿Cómo tienen el valor de comparar el aborto con el terrorismo las mismas personas que se han cargado la dependencia y están abandonando a su suerte a nuestros mayores? ¿Cómo son capaces de hacer todo esto sin que se les caiga la cara de vergüenza?
Alguien que nada tiene, nada puede perder. Desgraciadamente en este defenestrado país son cada día más las personas que viven en esta situación. Seres humanos, como cualquiera de nosotros, a los que se les han negado derechos constitucionales como el de la vivienda, el trabajo o la comida. Hombres, mujeres, niños, niñas que, llegado el momento, no dudarán en utilizar la violencia. Que expresarán su enfado, su agonía y su sufrimiento a través de ella. Nadie debe extrañarse si esto acaba sucediendo. Lo están provocando.
Es el Gobierno de España el que está haciendo daño utilizando todas sus armas contra el pueblo. Pero la gente en la calle no está dispuesta a poner la otra mejilla. Lo que está ocurriendo en este país es vergonzoso, lamentable, asqueroso, execrable (se me acaban los adjetivos) y marcará, si es que alguna vez termina, una página negra como el carbón en la historia de este territorio llamado España.
15/05/13 at 13:58
Si como dicen las encuestas, aunque no se trasluzca en votos, el 60% de la población española es de izquierdas tu artículo será aplaudido y aceptado. Pero al otro 40% les va rascar de lo lindo. Pero hay que decir la vedad y la verdad duele, sobre todo a los que no quieren oírla.
19/06/14 at 11:53
[…] artículo podría constituir la segunda parte del titulado Lo llaman democracia y no lo es que escribí hace más de un año. Pero creo que el tema, la abdicación del rey, merece un […]
10/07/15 at 19:02
[…] o Ferrol rezumaron alegría por sus cuatro esquinas. Los mismos cosos que hace cuatro años exhalaban rabia, para enfado de cierta parte de la clase política y social española, se convirtieron en lugar de […]