Los últimos recortes realizados por Rajoy, unidos a los que ya había hecho anteriormente, y los comportamientos y actitudes de muchas personas, en especial políticos, en los últimos tiempos, no son sólo medidas y formas de actuar que se puedan enmarcar dentro del panorama económico. Han traspasado el filtro de las reformas políticas para convertirse en actuaciones que atacan directamente a las personas en sus necesidades más básicas, son medidas que demuestran maldad en quien las toma.
Cada día oigo y veo cosas para las que no encuentro adjetivo, reformas y respuestas ante la situación económica que van dirigidas a perturbar la dignidad de todos los que estamos pagando los efectos de una crisis que no hemos provocado. Actitudes que se alejan mucho de lo que debería ser el comportamiento humano en el más amplio sentido de esta palabra.
Los ejemplos han sido muchos en los últimos tiempos. Por ejemplo, que el presupuesto en sanidad descienda en 10.000 euros y el señor de Bankia se lleve 25.000 no es una decisión política, es reírse en la cara de todos nosotros. El hecho de retirar la sanidad pública a los inmigrantes sin papeles es, directamente, ser un racista y un xenófobo. Que algunos se lleven las manos a la cabeza por pedir que la iglesia pague el IBI, cuando en la calle cada vez hay más personas pidiendo para comer, es desconocer el significado de la palabra solidaridad.
Aunque me encante el fútbol, me parece vergonzoso que cada jugador se haya embolsado 300.000 euros por ganar la Eurocopa. Hablar de esas cifras cuando casi 2.200.000 niños viven por debajo del umbral de la pobreza en España es indignante. Por cierto, también lo es que ni un solo jugador español haya donado esa cantidad para ayudar a los demás.
Pero hay muchos más mosqueantes y sonrojantes ejemplos. Que en el pueblo cacereño de Guijo de Galisteo haya más habitantes que prefieran que el dinero se gaste en financiar una corrida de toros antes que para fomentar el trabajo, me deja sin palabras y me hace pensar si la imbecilidad política no estará comenzando a contagiarse a los ciudadanos de a pie.
Que el presidente del gobierno tarde un día en hacer declaraciones después de que España fuera rescatada, o que el día que Valencia sufre el peor incendio de su historia, y mientras que los bomberos se ven desbordados y piden ayuda, esté festejando los goles de España como si nada estuviera pasando, es simplemente una demostración fehaciente de que a esta persona le importan entre poco y nada los ciudadanos de su país, al menos los que son pobres.
Porque estos señores que nos gobiernan no se cansan de demostrar a los cuatro vientos que no saben lo que es tener cargo de conciencia. De lo contrario, es imposible entender como pueden estar tan tranquilos después de llevar meses y meses mintiendo y pisoteando a 47 millones de personas de los que más del 24% está desempleado.
Demuestran que les da absolutamente igual que la gente se muera de hambre por el simple hecho de plantearse la opción de quitar los 400 euros de subsidio, una cantidad que para muchos puede significar el pasar de la pobreza a la indigencia.
Y qué decir de la innombrable Andrea Fabra (aparte que de casta le viene al galgo) después de escuchar el desprecio y el asco que le producen los más de 5 millones de parados. Le deseo que sufra una cuarta parte de lo que están sufriendo muchas personas en este país por culpa suya y de gente como ella. Aunque claro, siempre le quedará la lotería.
Nuestros gobernantes llevan mucho tiempo sin hacer algo bien, cada semana toman medidas que lo único que hacen es empeorar la situación y encender los ánimos de unos ciudadanos que ven como Rajoy y los suyos viven en un universo paralelo cada vez más alejado de la realidad de la calle.
Quizás por todo esto, tanto el presidente del Gobierno como sus ministros, y demás miembros populares, tienen un arte y una sensibilidad especial para utilizar el eufemismo. Están adquiriendo tal soltura en estas lides que no dejan de sorprenderme. Son capaces de mentirnos en nuestra cara sin que se les escape ni un atisbo de sonrisa.
Hay muchos grandes ejemplos en este aspecto, ahí van algunos: “No hemos aumentado el trabajo de los docentes, solo ha crecido en una hora su jornada lectiva” (consejera de Educación del Gobierno de Aragón, Dolores Serrat). En vez de subir el IVA, en España se ha “incrementado la imposición sobre el consumo” (Luis de Guindos). “No es un rescate, es apoyo financiero” (repite de Guindos).
Pero sin duda, el que más me gusta, el que, por mucho que haya escuchado y procedente de diferentes bocas, siempre me deja anonadado, el número uno de los eufemismos es: “crecimiento negativo”. Insuperable.
18/01/14 at 12:59
[…] actual. Con un gobierno que desconoce el significado de la palabra solidaridad, no sabe qué es la humanidad y está castigando muy duramente a los estratos más bajos de la población. Demostrando una […]
8/02/15 at 12:11
[…] la realidad. En una dimensión paralela en la que las palabras lucha, clases, protesta, libertad o humanidad carecen de sentido. Su vocabulario no va más allá de beber, salir, ligar o […]