No siempre que quieres, puedes

“Si quieres, puedes”; “el único límite es el que tú te marques”; “si luchas por algo, lo conseguirás”… palabras, frases, consignas, eslóganes… Mentiras. Falsedades cada vez más extendidas. Falacias que pueblan nuestros muros de Facebook. Trolas motivacionales. Cursis patrañas inoculadas por abrasión. Lugares comunes ajados por youtubers, influencers y demás fauna de Internet.

Llevaba tiempo queriendo hablar de esto. En algunos artículos anteriores hice mención, pero quería dedicar uno completo. Tenía esa necesidad fruto de la continua invasión de estos vanos mensajes.

Con esta opinión no quiero decir que no haya que luchar por los sueños, que si ansías algo –por utópico que pueda parecer– no pelees con todas tus fuerzas, que no trabajes con ahínco y perseverancia por alcanzar quiméricas pretensiones. Debes hacerlo. Y mucho más: no conformarte, no rendirte, no claudicar. Ni siquiera acatar en muchos casos.

Pero no quiere decir que lo vayas a lograr. Que lo ambiciones con tenacidad y constancia, no significa que lo consigas. Si no lo haces, evidentemente, no tendrás ninguna opción, así que hay que tratar de alcanzarlo, pero siendo realistas y sabiendo que intentarlo (casi) nunca es suficiente. Por eso no me gustan esos lemas, más propios de un anuncio embebido de optimismo ficticio que de lo que es la vida. Porque engañan. Porque transmiten una realidad que no es tal.

Porque a mi novia y a su familia les encantaría que su madre volviera a ser la de antes. Pero desde un infausto 8 de agosto de 2014, y de un maldito derrame cerebral con 49  años, saben que eso no va a suceder. Y os aseguro que lo quieren con todas sus fuerzas. Que darían todo porque la realidad (cruel y no rodeada de pompitas de jabón) fuera otra.

Pero no, no siempre que se quiere se puede.

Porque mi amigo Michel soñaba con correr un maratón, pero sabe que no lo hará desde que hace un año, cuando estaba preparándolo, le detectaron un cáncer. Y, a pesar de todo, anda cada día 11 kilómetros, monta en bici y está pensando en volver a correr. Pero nunca recorrerá los 42.195 metros de un maratón.

Así que no, el único límite no es el que tú te marques.

Porque la última víctima de violencia machista, y todas las que antes que ella fueron asesinadas por unos hijos de puta que se hacen llamar hombres, luchó con toda su alma por salir de ese calvario, de ese infierno. Y no lo logró.

Porque miles de refugiados que huyeron de las bombas buscando algo tan sencillo como un poco de paz, siguen tratando de conciliar el sueño en sucias tiendas de campaña, calados hasta los huesos y muertos (en vida) de frío, por culpa de una panda de ominosos e infames politicuchos más preocupados porque “España se rompe” o “Espanya ens roba”.

Porque el señor búlgaro que hace dos años entrevisté mientras colocaba su saco de dormir en un cajero, que después de intentarlo hasta perder el aliento en su país y recorrer otros muchos territorios llegó a España buscando una oportunidad laboral, sigue durmiendo en ese congelado suelo. Y me dijo que aceptaría cualquier cosa. Que solo quería trabajar.

Y es que no, no siempre que luchas lo consigues.

Bien está lanzar mensajes optimistas. Bienvenidos sean en estos tiempos. No es óbice, sin embargo, para mentir. No se precisa sobrecargarlos de ese adulterado halo de dulzura –tampoco de pesimismo–. Basta con decir que luches por lo que ansíes, que no te conformes, o que persigas tus sueños. Así. Sin hipocresías.

El deporte popular y la irresponsabilidad

En el deporte abundan –más aún que en otras facetas– este tipo de mensajes. Y, sobre todo, en el cada vez más poblado mundo de los deportistas populares. Porque dentro de él hay una especie donde la estulticia campa a sus anchas.

Me refiero a todos esos runners, triatletas o ciclistas que han hecho de sus “proezas” un modo de vida. Ojo, no les crítico por ello: han sabido aprovechar el abundante público ávido de seguir este tipo de “hazañas”. Tampoco repruebo el hecho de hacerlas, yo mismo he seguido algunas y reconozco su enorme mérito.

Lo que censuro y enjuicio es que las empapen de absurdas banalidades como las que he comentado. Si quieren hacer 250 Ironmans seguidos, me parece perfecto; si lo que les pone es subir el Tourmalet 26 veces en un día, olé. Pero que no engañen, que no insinúen que entrenando cualquiera puede lograrlo, que no nos vendan la moto de que solo con trabajar uno es capaz de cualquier cosa. Que no lo hagan. Porque es mentira.

Pero, principalmente, porque es una palmaria irresponsabilidad, porque los millones de personas que les siguen por las redes sociales pueden llevarse a confusión.

Porque si estás haciendo una prueba deportiva y se te nubla la vista y te mareas, hay que parar e irse al médico. No seguir por alcanzar la meta.

Porque si en mitad de un maratón sientes un pinchazo en el corazón, no basta con descansar tres minutos y beber agua. Hay que dejarlo. Abandonar.

Porque craso error es ponerte por encima el brazo de un triatleta que ya no es capaz ni de andar, que no ve, que casi no respira, y obligarle a llegar a la meta arrastrando los pies. Porque es su vida la que está en juego.

Porque no se pueden mostrar las imágenes de ese triatleta en todos los telediarios y venderlo como una heroicidad. Porque no lo es. Es una barbaridad y una supina imprudencia.

Porque no, no siempre que quieres puedes.

Acerca de Óscar Fernández Civieta

Nací en Salamanca el 22 de junio de 1979. Desde julio de 2011 vivo en Zaragoza, así que me considero mañico de adopción. Soy licenciado en Periodismo y diplomado en Turismo. He sido becario en El Periódico de Aragón, sufrí una beca en Aragón Press-Aragón Digital y tuve el gran placer de hacer las prácticas de la carrera en el programa "Mundo Solidario" de Radio Exterior de España. En 2010, mientras cursaba 5º de Periodismo en Argentina, colaboré con el programa "Hombres al Aire" de FM Zonica (Vicente López, Buenos Aires). Durante cuatro años he sido redactor jefe en la edición aragonesa de eldiario.es. Actualmente, soy periodista freelance: escribo en La Marea, AraInfo y Business Insider España. Colaboro con el programa "Despierta Aragón" (Aragón Radio) y con "Buenos Días" y "Aquí y Ahora", de Aragón Televisión. Además, soy redactor en webs y blogs de diversa temática. Si quiere saber algo más sobre mi vida profesional, en este blog encontrará mi currículum actualizado. Además, en la pestaña de 'Ámbito profesional' puede ver algunas muestras de mi trabajo. Ver todas las entradas de Óscar Fernández Civieta

4 respuesta a «No siempre que quieres, puedes»

  • Javier

    Muy bien, ya es hora de que alguien lo dijera.

  • jagherrera

    Hola Oscar,

    me gusta mucho este artículo. He aprovechado y me he leido alguno mas tuyo y de paso me he hecho seguidor para recibirlos todos pues hacia tiempo que no me llegaba ninguno.

    El problema de España es, entre otros muchos , que hay mucho analfabeto político idiotizado por el futbol y los programas basura de la Tele.

    Tu dices que no, pero yo pienso que hay una Dictadura peor que la de Franco; aquella era «fisica»y política, esta es física, política y «mental».

    Abrazo

    José A.

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