A pesar de que ha cometido errores. De su empeño por mantener en el once a jugadores que, a tenor de su rendimiento, no merecían ser titulares como Carlos Gurpegi, Iker Muniain o Ander Iturraspe. Incluso aunque haya seguido encabezonado en situar a Óscar De Marcos de lateral izquierdo, la marcha de Marcelo Bielsa me causa una inmensa pena.
Con él como técnico, el Athletic de Bilbao volvió a ser un equipo admirado en toda Europa. Todos halagaron y alabaron su juego. Será imposible que los aficionados olvidemos la eliminatoria frente al Manchester United en los octavos de final de la Europa League. De nuestras retinas nunca se marcharán las imágenes de esos leones dando un auténtico recital de fútbol en el sempiterno Old Trafford.
Tampoco desaparecerán de la memoria colectiva de los seguidores rojiblancos los partidos frente al Schalke 04 y el Sporting de Lisboa. Encuentros que llevaron al club vasco a la final de la competición europea. También a la ronda definitiva de la Copa del Rey llegó el equipo de Bielsa. Durante la primera temporada con el rosarino en el banquillo el Athletic tocó el cielo. Le faltó cerrar con fuerza esa mano para agarrarlo. Sin embargo, al menos yo, no me sentí decepcionado.
Obviamente me hubiera gustado que Andoni Iraola (el capitán) levantara esos trofeos, pero no se puede criticar a un equipo por dos derrotas después de hacernos vibrar, soñar y disfrutar. Y esto se lo debemos, por supuesto a los jugadores, pero también al Loco.
Porque Bielsa supo trasladar a los futbolistas lo que quería de ellos. Su afán por ganar, por practicar un juego atractivo, por exigir el máximo, hizo del Athletic uno de los equipos que mejor fútbol practicó en el viejo continente durante la temporada 2011-2012.
Todo cambió en la campaña recién terminada. Muchos jugadores no eran ni su sombra. El equipo parecía otro. Pero lo que más afectó en el césped fue lo que ocurrió fuera de él. Y creo que Bielsa supo manejar bien una situación absolutamente intrincada.
El técnico argentino dirigió a un plantel en el que faltaban Javi Martínez, Fernando Llorente y Fernando Amorebieta (estos dos últimos estaban en plantilla, pero como si no). Tres jugadores que fueron, junto con Ander Herrera y Óscar De Marcos, las piezas básicas del engranaje del equipo durante la primera temporada con el Loco en el banco.
La espantada de Martínez fue un duro golpe para la plantilla y la afición. El caso de Llorente le explotó en las manos a Josu Urrutia, que debió haberlo vendido el verano pasado. Amorebieta no ha estado con la cabeza en su sitio en ningún momento.
Todos estos contratiempos los gestionó correctamente Bielsa. El más manido fue el de Fernando Llorente. Las críticas se sucedieron por no sacar al, probablemente, mejor futbolista de la plantilla. Pero el riojano no ha jugado más porque no lo ha merecido. Durante muchos momentos de la temporada ha adolecido de una falta de profesionalidad alarmante. Afortunadamente, en la última fase, revirtió su actitud pusilánime. Trató de volver a ser el que era y el exseleccionador chileno contó más con él.
Ahora que Bielsa nos deja es de agradecer también su clarividencia ante los medios. Respuestas demasiado extensas, no lo voy a negar. Pero también calmadas, sosegadas, reflexionadas y sinceras. Mucho deberían aprender del rosarino otros entrenadores. En la hemeroteca quedará para siempre la rueda de prensa en la que explicó que se había autodenunciado por tratar “como un salvaje” al jefe de obras de las reformas de Lezama.
Quizás fue ése el mayor error de Bielsa. Pero también lo resolvió. Y lo hizo con las mismas armas que el resto de problemas. Sin alterarse, con humildad y con algo que muchos no practican y deberían: la autocrítica.
En el mundo del fútbol se suele hablar de plazos. No seré yo el que diga que no ha terminado el de Bielsa como técnico del Athletic. Quizás su marcha sea acertada. A lo mejor ya ha dado todo lo que tenía como entrenador de los leones. Su puesto lo ocupará Ernesto Valverde. Se va el Loco y viene el Txingurri. Buen sustituto. Ojalá el de Viandar de la Vera (Cáceres) sea capaz de terminar, con un trofeo en las vitrinas, el proyecto que Joaquín Caparrós comenzó y Bielsa mejoró.
22/03/14 at 17:05
[…] Como si del guión de una película se tratara, Fernando Llorente se acercó al banquillo y Marcelo Bielsa le pidió que aguantara. Si no fuera porque es imposible pensaría que el rosarino le había dicho […]